El Taxi

La reunión con aquel cliente (que estaba en el quinto pino) acabo antes de lo que esperaba, y salí de allí disparado a mi casa. El jefe parecía incomodo, estaba intentando darme esquinazo “yo no voy en taxi, iré dando un paseo a casa no vivo muy lejos” (una lluviosa tarde de Noviembre), estaba claro que lo que no quería es que fuese yo también en un taxi y tener que pasar la factura a la empresa. Pero yo no estaba dispuesto ni a mojarme, ni a pagar de mi bolsillo un taxi, así que gire la esquina y tome un taxi con la intención de pasarle al día siguiente la factura a la empresa. La reunión había sido densa y cansada, donde los jefes habían hablado mas de problemas personales que de otra cosa (todo muy profesional),  y en la recta final de la reunión una sucesión de lametazos de culo entre ellos. Aunque la reunión no sirvió para mucho todos los trileros parecían satisfechos.

Yo una vez más me encontraba en medio de una reunión que comenzaba a parecer una orgia de halagos e historias personales al más puro estilo “cuñadísimo en navidad”. La cosa es que Salí de allí disparado a casa, y tome un taxi, el primero que vi.

El taxista parecía majo, dispuesto a dar charleta, y fue entonces cuando hablando de donde salía y a donde iba,  y una cosa llevo a otra, hasta que me dijo “yo antes era informático también”. A raíz de aquel comentario comenzamos a intercambiar opiniones. Resulta que mi amigo el taxista había sido informático, es más, había sido Trilero, Gerente y Director de una empresa. Según me contaba llego ahorrar bastante dinero en sus primeros años, y junto a un par de socios y contactos monto una Carnica de lo más cutre, y aun así no le fue mal.

Con los años me conto que se fue asqueando del sector de la informática, del mundo de las subcontratas, en definitiva no le gustaba lo que veía, ni como se explotaba a jóvenes. Me dijo que discutía con sus socios bastante, el no veía la empresa como una simple fabrica de dinero a toda costa, donde solo se aplica la ley del “todo vale”. Me contaba asqueado como contrataban recién licenciados como becarios y los exprimían al máximo, pagándoles una miseria hasta que al final se iba hastiados de su  situación laboral. Aquel taxista tras varios años de ver como aquel sector no lo convencía, cogió su dinero y su parte de la empresa, y se despidió.  Lo dejo todo. Se desvinculo de aquel mundo.  Estaba harto de ser un trilero, de engañar a jóvenes, de tener que hacer falsas promesas que sabía que nunca cumpliría (palabras textuales). Con lo que saco de su parte de la empresa tenía suficiente para empezar cualquier nuevo negocio, y así es como llego a ser taxista. Se compro su licencia de taxi y decidió ser el mismo su propio jefe, era él y su taxi, y nada más.

Yo le preguntaba si aquel trabajo compensaba, si era rentable, y si era mejor que la informática, o consultoría informática. Sonreía ciegamente, girando la cabeza casi imperceptiblemente. Por supuesto que era mejor, cualquier cosa era mejor. Claro que el taxi exigía sus horas, era un trabajo sacrificado como cualquier otro, pero él estaba mucho más contento, hacia su jornada, ganaba su dinero y no tenía que estar vendiendo humo ni haciendo trapicheros. No hacía daño a nadie, llevaba a gente de un lugar a otro y les cobraba la tarifa que marcase el taxímetro, ni más ni menos.  En su familia le tacharon de loco idealista, de insensato, tenía dos hijas, debía mirar por ellas, aquello del taxi era muy arriesgado le decían. Aun así, el negocio del taxi no le iba mal, ganaba dinero y lo que era más importante, era considerablemente más feliz y estaba más a gusto consigo mismo.

El taxista andaba también preocupado, una de sus hijas quería estudiar informática, intentaba convencerla de que desistiese, de los engaños que se iba a encontrar, la falsa y doble moral, los sueldos y contratos basura, todos los personajes variopintos con los que se iba a tener que enfrentar. Realmente parecía preocupado, y desde luego sabia de lo que hablaba. Aquel hombre suspiraba y relataba; “sé lo que le va a pasar si al final estudia informática, llegara cualquier cárnica y la contrará por dos duros… ¡O peor! la ofrecerá un contrato en prácticas donde tendrá que trabajar gratis, y luego la explotaran a horas extra no remuneradas, volverá a las tantas, estresada, sin amino,agotada, sin moral,  sin subidas de sueldo y sin tan siquiera un gracias…¿me entiendes verdad, sabes de lo que hablo? –Yo asentía -…que quieres que te diga, cuando tienes tú la empresa no te das cuenta, pero cuando ves que eso se lo pueden hacer a tus hijos…pues no te gusta, y lo ves de otra manera, por eso cada día estoy más contento con mi Taxi

Aquello me dio que pensar, seguramente ese señor había engatusado algún trabajador para currar más horas, promesas de subidas, de mejora, o simplemente había tenia a un becario varios meses currando gratis. Ciertamente no se le veía orgulloso de aquello (como por el contrario si  suele pasar al empresaurio hispano)

Cuando le dije que ya podía parar, me hizo la factura, mañana se la pasaría a la empresa, y le marque como propina un euro, por aquella agradable charla. Al despedirnos me deseo suerte y yo me quede allí parado viendo como aquel taxista reconvertido se perdía para siempre entre el bullicioso trafico de la urbe.

El Taxi

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